Visita al Museo del Prado: REMBRANDT Y VELÁZQUEZ

¡Buenos días a todos y a todas! Estamos un día más aquí para culminar con las obras que vimos en la visita al Museo del Prado que hicimos hace unos días. 

Para empezar, tenemos a Rembrandt (1606-1669), que solía hacer uso de una aplicación del tenebrismo bastante personal, dándole su toque a esta técnica, como podemos ver en su obra Judith en el banquete de Holofernes de 1634. Además, del uso de la luz que hace en esta obra, y con el que se consigue destacar la figura de la protagonista, también es muy destacable el juego que hace con la cantidad de pintura, usando muy poca para el cabello, consiguiendo mostrar así un cabello fino (en aquella época se lo teñían con lejía), en contraposición con el pegote de pintura que podemos ver en el broche de su pecho (la calidad de esta fotografía no es lo suficientemente buena como para apreciar el pegote, pero en persona se puede ver perfectamente). 

Figura 1. Judith en el banquete de Holofernes 


Hasta hace pocos años se pensaba que la obra representaba a Artemisa y la felicidad matrimonial de Rembrandt el cual se casó en ese mismo año. No obstante, se ha llegado a la conclusión de que es una pintura bíblica sobre cuando Judith fue invitada a un banquete con Holofernes y le acabó decapitando para liberar al pueblo hebreo de su opresión. De esta manera, la señora que sujeta el saco al fondo del cuadro sería una sirvienta que le entrega el saco para meter la cabeza de Holofernes. 

El siguiente autor que vimos fue José de Ribera, autor del barroco español, y su obra Magdalena Ventura. Se trata de un pintor valenciano que pasó gran parte de su vida en Nápoles, donde se le conoce por el nombre de Il Spagnoletto. La obra previamente mencionada representa a una mujer con una enfermedad real, lo que la consigue el nombre de "mujer barbuda", y a su marido detrás de ella con cara de circunstancia. 

Figura 2. Magdalena Ventura.

Recuperada de: https://nichelarquitecto.weebly.com/uploads/9/0/4/7/90478735/mujer-barbuda-ribera.jpg?329

Pese a lo realista que puede parecer la protagonista, no podemos evitar darnos cuenta de que, al verle solo la cara, no pensaríamos que está retratando a una mujer, sino a un hombre. Además, si nos fijamos en el pecho que le sobresale a Magdalena podemos apreciar que le sobresale casi desde el cuello, lo que le quita realismo al cuadro. 

Finalmente, el último pintor que vimos y del que vamos a hablar es Velázquez, pintor barroco por excelencia en España. Diego Velázquez (1599-1660) se formó en Sevilla con Pacheco, quién le orientó hacia una estética tenebrista, le facilitó la entrada en la Corte y quien después, al ver lo influyente que se estaba volviendo Velázquez, se convirtió en su suegro. El primer cuadro del que vamos a hablar pertenece a la etapa madrileña de Velázquez (1623-1629), en la que cambió los tonos madera que había venido utilizando hasta entonces por tonos claros, y se trata de la obra conocida como Los borrachos, El Triunfo de Baco o simplemente Baco (1628-1629). Esta obra es de las pocas pinturas mitológicas que realiza en la que podemos ver al dios Baco (dios del vino) iluminado por la luz divina y poniendo en la cabeza una corona a un borracho o un poeta. Se trata de una escena costumbrista con un toque de festejo en la que ya no se aprecia el tenebrismo propio del Barroco pero sí los claroscuros, sobre todo en la figura del dios. 

Figura 3. Los borrachos.
El resto de personas que aparecen en el cuadro parecen estar borrachas gracias a aspectos clave que el autor pintó como la mano de martillo (enfermedad propia del alcoholismo) que podemos ver en el hombre situado a la derecha de Baco. 

La otra obra de Velázquez de la que vamos a hablar es La Familia de Felipe IV, más conocido como Las meninas (1656). Realizó esta obra una vez regresó de Italia a Madrid, entre 1651 y 1660 y es una de sus últimas obras. Esta obra es una declaración de intenciones (aquello que solía hacer Clara Peeters, con la diferencia de que él sí tenía los medios para hacerla y de que estaba protegido) ya que pretendía mostrar que la pintura para él es un hobby y que no cualquiera puede ser pintor/a, ya que para dedicarse a ello es necesario tener un gran intelecto. 

Figura 4. Las meninas. 
Si bien el cuadro en sus orígenes llevaba el nombre del rey, la verdadera protagonista es su hija, la infanta Margarita que aparece en el centro del cuadro, e incluso el propio Velázquez que aparece representado pintando a la izquierda tiene un mayor protagonismo que los reyes (aparecen reflejados en el espejo, justo encima de la infanta, como si estuvieran ubicados en el lugar donde se encontraría el espectador del cuadro). Las otras personas que integran el cuadro son, de izquierda a derecha: las amigas impuestas que ayudaban y hacían compañía a la infanta, también conocidas como meninas, cada una a un lado de esta (en el cuadro aparecen dándole a Margarita un tarro pequeño con barros que se bebían para conseguir una mayor palidez en la piel pero que soltaban piedras tóxicas. Se cree que esto contribuyó a la muerte prematura de la infanta); dos cuidadores o guardianes al fondo; una mujer con enanismo que fue muy reconocida en la corte del siglo XVII porque tenía una gran conversación; y un niño con enanismo que se dedicaba a entretener mediante la diversión (por eso aparece dando una patada al perro para despertarlo). 

Velázquez aparece retratado a la izquierda del todo con la cruz de Calatrava (orden noble muy antigua) dibujada en el pecho. Esta orden era muy exclusiva ya que a ella solo podían acceder personas de la nobleza cuyos ancestros también pertenecieran a esta clase social. En un principio, Velázquez fue rechazado por esta orden porque su abuelo era zapatero, pero gracias a su pintura Velázquez consiguió aumentar de clase social y por ello se retrata con la cruz, está orgulloso de ello. 

La pregunta del millón de esta obra es ¿Qué está pintando Velázquez? Es una pregunta que incluso a día de hoy sigue sin respuesta, ya que no se sabe si está pintando a los reyes o a la infanta a través de un espejo y justo han entrado los reyes y por eso salen también.

Finalmente, vamos a hablar de la única escultura que nos dio tiempo a ver en el museo, la cual fue Carlos V y el Furor (1551-1555), obra de Leone Leoni. En este caso se trata de una escultura desmontable realizada en bronce sobre el rey Carlos I de España y V de Alemania. 

Figura 5. Carlos V y el Furor. 

Actualmente, si vais a visitar la escultura al museo, os la vais a encontrar desnuda, es decir, sin su armadura característica. Esto se debe a que durante la pandemia le quitaron la armadura para limpiarla y la han dejado así, lo que nos permite ver el gran detalle que puso el autor al representar las venas y los músculos de Carlos. 

Y hasta aquí el post de hoy, ¡esperamos que os haya gustado y os haya servido para aprender cosas de estos autores! 

Bibliografía: 

Museo Nacional del Prado (s.f.). Museo del Prado. Museo Nacional del Prado (museodelprado.es) 

Autoras: Carla Navarra, Carla Ortiz, Lorena Rabazo, Sofía Salto, Celia Sanz & Mara Torres.









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